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martes, 6 de julio de 2010

Ansiedad por separación




La ansiedad por separación es un problema de coonducta muy frecuente en muchos perros. Varios estudios indican que afecta a un 15% de la población canina.

Cuando un perro con ansiedad por separación se queda solo, puede destruir objetos de la casa (alfombras, muebles, puertas, paredes…), ladrar, aullar, gemir, orinar, defecar, vomitar o salivar, o incluso puede presentar varios de estos síntomas a la vez. Además cuando el dueño va a marcharse, generalmente el perro muestra la siguiente rutina: le sigue por toda la casa y se queda deprimido cuando éste sale por la puerta. En el momento en que el dueño vuelve a casa, el perro le recibe con gran alegría, salta sobre él, le ladra con euforia, etc. También es muy frecuente que el perro esté cerca del dueño, que se tumbe en sus pies, etc.

Los síntomas pueden aparecer cuando el perro se queda solo, cuando se marcha una persona (aunque haya gente en casa, el perro somatiza al estar muy apegado a la persona que se ha ido) o cuando está separado físicamente de los dueños (por ejemplo, cuando se le encierra en una habitación). En muchas ocasiones cuando el perro está solo pero dentro de un coche el problema no aparece, suele ser porque el perro aprende que las estancias en el coche no suponen estar mucho tiempo alejado del propietario, esto es un dato a tener en cuenta para la modificación de conducta.

La cantidad de tiempo que pueden estar solos sin que aparezcan estas manifestaciones puede ser muy variable. En casos graves de ansiedad por separación, los perros no pueden estar solos más de 10 ó 15 minutos antes de que les entre el pánico y somaticen todas las conductas asociadas con la ansiedad.

En muchos casos la conducta inapropiada sólo aparece tras un cambio de horario. Por ejemplo, el perro puede estar bien hasta las 17:30 o 18:00 que es la hora a la que el dueño acostumbra a volver a casa. Si el horario del dueño cambia y no llega a casa hasta las 19:30, el perro puede empezar a sentir pánico a las 18:00.

Se debe diferenciar el perro que tiene miedo de quedarse solo del que es de por sí destructivo (que suelen ser los jóvenes) y de aquel que manifiesta respuestas de temor a estímulos externos que suceden cuando el propietario se ha ido. Ninguno de estos perros exhibe signos de ansiedad en el momento de la partida de su dueño. Es frecuente que los perros que al principio muestran temor cuando se los expone a ruidos en situaciones de soledad, más adelante manifiesten ansiedad por separación al quedarse solos.

La ansiedad por separación puede aparecer en perros de edad avanzada y sin ninguna razón aparente, es decir, que el perro al llegar a cierta edad y sin que se hayan producido cambios en los horarios, ya no puede quedarse solo (desarrolla los síntomas anteriores).

En algunos casos el miedo a ser dejado solo puede asociarse con situaciones que le hayan provocado miedo o terror. Esto incluye quedarse atrapado en un incendio, o estar en casa cuando hubo un intento de robo o cuando se disparó una alarma.

Los perros con mayor riesgo de desarrollar ansiedad por separación son los procedentes de perreras, protectoras, laboratorios, de la calle, y los que han pasado largos periodos con una persona mayor o enferma que no puede salir de casa (y de repente se queda solo en la casa).

Solución

La0 mejor solución es la prevención, aunque no siempre vamos a poder evitar que se desarrolle este problema. Tenemos que conseguir que el perro no esté excesivamente apegado a sus dueños y se le debe acostumbrar a quedarse solo. Lo mejor es hacer salidas graduales.

Cuando nos marchemos de casa no debemos decirle nada al perro, sobre todo si nos ha estado siguiendo durante nuestros preparativos previos a la salida y notamos que está nervioso o triste. Siempre que notemos que el perro está nervioso por algo (ruido, otro perro, etc.) no debemos intentar calmarle, ni acariciarle, porque conseguimos el efecto contrario. El perro debe notar que a su dueño no le preocupa, y así aprenderá que él tampoco debe preocuparse.

Cuando regresemos a casa no hay que permitir saludos efusivos, se debe ignorar al perro hasta que se haya calmado, y una vez que este tranquilo, le llamaremos, le diremos que se siente y entonces le saludaremos. Esto también es muy útil para evitar que moleste a las visitas, a las que podría no gustarles que le salten encima, etc.

Sería una buena idea facilitarle un lugar al perro que sea exclusivo para él y donde se sienta seguro. Con juguetes, un sitio donde dormir y donde nadie le moleste. Ahí se le podría dar un juguete especial, para que se entretenga, un poco antes de que vayamos a salir. Así no nos seguirá por la casa y podremos salir tranquilamente. El juguete especial debe ser algo que le encante, y es muy recomendable que sea algo que pueda morder (existen juguetes comerciales que se pueden rellenar de comida o se pueden hacer caseros, como un hueso con hueco dentro, también relleno).

TRATAMIENTO

Si aparecen los síntomas anteriores, para tratar el problema lo mejor sería ponerse en contacto con un especialista en comportamiento, para que diagnostique correctamente el problema y proponga unas pautas a seguir para la modificación de la conducta, porque realmente los perros sufren mucho este pequeño abandono. Hay que tener en cuenta que a veces puede deberse a otras causas, por ejemplo, si orina en casa puede ser porque le hayamos dejado demasiado tiempo en casa o porque tenga algún problema en las vías urinarias, como una cistitis. Por eso sería adecuado que los profesionales que ayudan al dueño fuesen un veterinario en primer término para descartar problemas físicos, hacer un diagnóstico correcto a través de una historia clínica y averiguar si es conveniente utilizar medicación (lo ideal sería un experto en farmacología para utilizar la medicación y la dosis correcta, haciendo un seguimiento del proceso). La siguiente fase debería estar en manos de un educador canino o terapeuta especialista en comportamiento, para explicar dudas prácticas al propietario respecto al trabajo de obediencia y relajación del perro en la modificación de conducta y ayudar a ponerlo en marcha de la forma correcta, de esta forma tendríamos un equipo multidisciplinar que velaría mejor por nuestros intereses.

La modificación de conducta consiste en disminuir el apego del perro a los dueños, enseñándole a quedarse solo (salidas programadas y graduales), a no anticipar la salida del dueño (que no pueda saber si el dueño va a salir o no), relajarse y obedecer al dueño.

Es importante tener en cuenta que una vez iniciada la modificación de conducta el problema no se puede volver a producir, sino nos encontraríamos de nuevo con problemas de ansiedad y el proceso se alargaría excesivamente, por eso comentamos anteriormente que si el perro no demuestra los síntomas del problema en nuestro coche, es una de las opciones que tenemos para dejarlo cuando nos tengamos que marchar de casa. Si no tendremos que utilizar la agenda y pedir que alguien se quede con él mientras dura el proceso.

El tratamiento suele consistir en modificación de conducta y tratamiento farmacológico. Nunca se medica sin hacer modificación de conducta (si se retira la medicación el problema volvería a aparecer).

Mejorar la relación con el dueño a través del control en obediencia, fomentando la relajación a través de las órdenes, nos ayudará a mejorar determinadas situaciones como conseguir aumentar el control sobre la orden de quieto hasta poder dejarle solo fuera de nuestra vista y en otra habitación. Aquí entra en juego otra vez el educador canino.

No se debe permitir que el perro obtenga la atención con exigencia. Siempre que el animal de compañía consigue lo que quiere, cada vez que empuja o gimotea, es más probable que esté ansioso cuando esté solo y no pueda conseguir atención social. Los dueños deben saber que pueden prestar al perro la atención que deseen, pero esto debe ser siempre según su criterio, no por exigencia del animal.

La ansiedad por separación, pese a ser un problema molesto, es uno de los problemas de comportamiento que mejor se resuelve, incluso sin medicación, siempre y cuando la modificación de conducta se haga correctamente.

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