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jueves, 1 de abril de 2010

¡Voy a tener que estudiar tu idioma!

Etología Aplicada (7): ¡Voy a tener que estudiar tu idioma!
Antonio Pozuelos Jiménez de Cisneros


Cuando Truco y Kika están cercanos al año de vida y, si hemos actuado con lógica, nos sorprenderemos un día pronunciando el famoso tópico: ¡A mi perro solo le falta hablar!. Realmente no le falta porque... ¡Se pasa el día hablando!. El problema es que, a esta edad, ellos se han aplicado en el estudio del lenguaje y la expresión humana, mientras nosotros nos hemos empeñado en no estudiar el suyo y enseñarle el nuestro. Ellos son los alumnos licenciados Cum laude, nosotros los suspendidos.

En un artículo anterior, les contaba como el más viejo de mis perros ha llegado a entender cerca de 100 vocablos en español pero ahora, debo reconocer que yo no alcanzo las mismas cotas de sabiduría respecto a sus "palabras". Yo, como humano estudioso de sus costumbres, reconozco unos cinco estados de ánimo, 10 o 12 expresiones corporales y unos cuantos tipos de vocalización. Roco adivina, en el acto, mi estado de ánimo y actúa conforme a lo esperado por mí y, de esa forma, sé que él los entiende.

Cuando un perro adulto, jerarquizado y educado ve a su dueño tremendamente enfadado tratará de alejarse hasta la "distancia de seguridad" para, desde allí, observarlo y decidir si él es el objeto del enfado. Pasada la tempestad y si no se siente culpable, se aproximará con las orejas gachas, rabo en giro como aspas de ventilador y mirada sumisa. Cuando tome contacto con el dueño acabará el display (1) de conducta social y si observa que el dueño se tranquiliza, él adoptará el mismo estado de ánimo. ¿Por qué?.

Los cánidos aman profundamente la "tranquilidad territorial" y están dispuestos a "cualquier cosa" para recuperarla. Si además, el que la pierde es el Líder, la respuesta del subordinado será directamente proporcional al grado de agitación de aquél.
Un buen día en mi consulta, el dueño de un Dogo alemán me contó una historia que rompió mis esquemas de estudio. Resulta que este hombre asistía periódicamente a sesiones de terapias psicológicas por un problema de malos tratos a su esposa. Ya había sido denunciado y realmente tenía ganas de solucionar su difícil convivencia.

El terapeuta trataba sin éxito de hacerle reconducir su conducta cuando al paciente encontró casualmente una válvula de escape. Una noche regresó a casa en estado de embriaguez y, al ser reprendido por su esposa, levantó la mano para golpearla. Su perro, de diez meses, se interpuso entre los dos y recibió el puñetazo. Después del primero llegaron más y más golpes para el pobre can hasta que, cansado uno y molido el otro, se restableció la paz territorial. Esta situación de agresividad redirigida por parte del dueño hacia su perro, se prolongó durante algunos meses. El perro aguantaba los golpes a diario y terminaba lamiendo a su dueño justo en las comisuras de la boca cuando detectaba la proximidad del fin de la pelea.


El individuo acabó sometiéndose a una desintoxicación alcohólica y las situaciones de maltrato no se volvieron a reproducir. Ahora el problema, lo tenía el perro. Cuando el dueño volvía a casa, el animal lloraba, se agitaba, defecaba y miccionaba en el suelo. Hasta que no conseguía lamer la boca de su dueño, no recuperaba la tranquilidad, había contraído una neurosis obsesiva y su obsesión era la "paz territorial".
Traté al perro porque estimé su valía como espécimen canino, no porque la calidad moral y humana del dueño lo mereciera. Si este buen Dogo hubiese actuado de esa forma con su hembra, lo hubiera considerado un animal desechable y tarado. Desgraciadamente, el maltratador humano, no fue expulsado de la sociedad pero sí de mi consulta.

He contado esta anécdota para introducir la siguiente pregunta: ¿Tiene un significado lógico el que nuestro perro trate de lamernos siempre en las comisuras de la boca?. Si lo tiene. Cuando los progenitores cazan y vuelven a la madriguera, los cachorros en destete, lamen reiteradamente esa zona de la boca paterna para estimular la regurgitación de la comida predigerida. Esa conducta adaptativa en un principio para obtener recurso, se mantiene a lo largo de su vida como acto social de sumisión. Mis hembras lamen continuamente la boca de Roco sobre todo, cuando está de mal humor. Él hace lo mismo conmigo y, la verdad, es que me tranquiliza.
Hablemos de comunicación
Si llamamos actor al que quiere comunicar y receptor al que recibe la comunicación, podemos definir este concepto como: proceso por el cual los actores usan señales especialmente diseñadas, para modificar la conducta de los receptores. Los perros usan señales muy fiables y sobre todo muy "honestas". Los humanos somos algo más deshonestos en nuestras comunicaciones de tal forma que, cuando un borracho se tambalea, está intentando comunicar que necesita ayuda para conseguir el equilibrio y, sin embargo, lo que consigue es que cambiemos de acera. Los perros, en su trato con nosotros, han aprendido algo de nuestra deshonestidad comunicativa pero solo consiguen engañar con ella a los seres humanos. Entre ellos, es muy difícil el engaño.

Basándonos en el concepto anterior podríamos afirmar que una señal solo puede ser considerada como tal cuando es capaz de modificar la conducta de quién la recibe. En el ejemplo anterior, el borracho no consigue modificar la conducta de otro humano o, por lo menos, no en el sentido deseado. Si un perro me enseña los dientes y me hace huir, seguro que ha conseguido emitir una señal correcta.
El lenguaje de mi perro
Los perros, como todos los cánidos, se comunican a través de tres grandes grupos de señales:
Vocalizaciones.
Expresiones faciales.
Expresiones corporales.
Dentro del primer grupo distinguimos el ladrido, el gemido y el gruñido. El primero es heredado de su antepasado el Lobo, si bien es verdad que éste solo lo utiliza en su etapa infantil ya que, cuando un lobo llega a adulto deja de comunicarse de esta forma para utilizar el aullido. Los perros, sin embargo, mueren ladrando y parecen lobos que nunca alcanzarán la madurez.

El gruñido si es común a todos los cánidos y puede ser considerado como una señal de baja intensidad o como el primer paso de un display (1).
Las expresiones faciales del perro son básicas en cuanto que sus músculos no están tan adaptados a la expresión como los nuestros. Las veremos en el próximo artículo.
En las expresiones corporales sí contemplaremos un amplio abanico de señales que, unidas a las faciales y vocalizaciones, forman un completo diccionario de lenguaje canino.
¿Todo eso puedes decir con ladridos, Truco?
Los ladridos pueden clasificarse por su tono en:
Roncos o bajos.
Normales o medios.
Agudos o altos.

Por su intensidad:
Alta.
Baja.
Media.

Por el timbre:
Secos.
Prolongados.
Aullidos.

Así, un ladrido puede ser ronco, alto y seco para mostrar, en este caso, la decisión de pelear o defenderse. Los gemidos y gruñidos pueden ser encuadrados entre los ladridos ya que pertenecen al mismo grupo de comunicación fónica de tal forma que, un gruñido ronco, profundo y mantenido suele ser el aviso de una posible defensa sobre todo, si va acompañado de una descubierta de colmillos y/o un erizamiento de las cerdas dorsales. Los gemidos suelen ser utilizados como funciones sociales y expresiones de dolor o alegría. Son las expresiones menos evolucionadas dentro de las comunicaciones de vocalización. Así, unos gemidos acompañados de movimientos horizontales de rabo. Indican siempre alegría o ganas de jugar.
¡Aquí pasa algo!. Ladridos de tono medio, encadenados y secos. Los utiliza nuestro perro cuando advierte peligro no inminente pero real. Puede ser el aviso de una invasión del territorio.
¡Estoy aburrido!. Encadenamientos de 4 ó 5 ladridos de tono medio con pausas de 3 ó 4 segundos de intervalo, secos y de intensidad baja. Suelen ser utilizados para llamar a otro congénere que esté lejos. Se producen más entre los especímenes subordinados y afectan a la paciencia del dueño y sus vecinos.
¡Hola, Jefe!. Ladridos agudos, secos de alta intensidad, cadenas de 1 ó 2. Los acompaña de movimientos horizontales de cola. Parecen "escopetazos" lanzados a la cara del dominante.
¡Dame agua!. Un solo ladrido agudo de intensidad alta y seco. Se acompaña de una mirada previa a la cara del Líder y una segunda en la dirección del objeto o recurso que el animal desea. El rabo no descansa mientras se produce esta comunicación.
¡Vamos a jugar!. Es el mismo ladrido anterior pero encadenado. El perro suele agachar el tren delantero y levantar el trasero. La mirada se fija en el individuo al que Truco llama.
¡Déjame en paz!. Gruñido de tono normal, de baja intensidad y prolongado. La mirada al receptor se hace de reojo y suele ir acompañada de una incipiente muestra de colmillos. Es el aviso de un dominante hacia un subordinado o cachorro molesto.
¡Ven aquí, cachorro!. Ladrido de tono alto, intensidad alta y seco. Se lanza aislado, es decir, uno solo y mirando en la dirección del receptor.
¡Estoy asustado pero soy capaz de atacarte!. Gruñido que se mantiene hasta que se convierte en un ladrido de defensa.
¡No estoy bien en este territorio!...¡Me quiero ir con los míos!. Comienza en ladrido de aburrimiento para convertirse en aullido suave y prolongado. Es muy normal en razas nórdicas e incluso en los Pastores belgas. Se atribuye a la falta de neotenia. Muchos dueños enseñan el arte de "cantar" a su perro, mediante el aullido. Yo soy uno de ellos y mi viejo Roco (consumado cantor) hace las delicias de las visitas cuando aúlla entonado con el Do central del piano. En estos casos, que ya no son espontáneos, el aullido es una comunicación social o actividad lúdica del perro. Asimismo, en el Lobo, el aullido es empleado para comunicarse a largas distancias y convocar reunión de manada.
¡Esto no me gusta!. Gemido suave, prolongado de baja intensidad y sonido como ¡Piiiii...Piiiii!. Los dueños de Pastores alemanes lo sufrimos cuando nuestro perro está haciendo algo que le mandamos y él quiere irse a hacer otra cosa. Es una auténtica comunicación de protesta.
¡Invasión real del territorio!. Ladrido de defensa, encadenado y con la cabeza vuelta hacia el peligro. Suele ir acompañado de erizamiento de cerdas dorsales, orejas enhiestas y boca cerrada (mientras no ladra).
¡Me duele, me rindo!. Chillidos que suenan como ¡Yaiii...Yaiiii....Yaiiii!. Con esta comunicación se acaban las peleas entre ellos (por abandono del vencido) o se queja Truco de la inyección "en hueso" que le administra su dueño.
¡Estoy estresado!. Jadeo continuo que puede estar acompañado del ¡Piii...Piiii!. Siempre va unida a esta comunicación, una facial, el estiramiento hacia atrás de los labios (parece como si trataran de reírse). Cuándo el jadeo es mas relajado, se acaba el ¡Piiii! los labios vuelven hacia delante y podemos decir el perro está liberando estrés.
¡Se acabó, me relajo definitivamente!. Gruñido tirando a ronquido, de baja intensidad y largo. Truco parece desplomarse en el suelo.
Estas son las señales de vocalización más frecuentes. Si a ellas unimos las corporales y faciales verá el lector, la cantidad de combinaciones que podemos descifrar en el diccionario perruno de nuestro amigo. Todo es cuestión de paciencia y de aceptar la equivocación frecuente pero, les garantizo que, a lo largo de dos años, la comunicación con su perro será de lo más fluida. ¡Ya me gustaría a mí comunicarme con un chino como lo hago con mi viejo Roco! Y eso que el chino, es de mi misma especie.
En el siguiente artículo trataré de exponer los otros grupos de señales para tratar de completar ese diccionario tan necesario para los que pretendemos "hablar" con nuestros colegas de manada.
(1) El Display o secuencia son una serie de actos encadenados que nos hacen predecir una conducta compleja.
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